¿Qué es un puerto seco?

En el anterior post de la categoría de docencia e investigación empecé a hablar de la localización de puertos secos. Pero, ¿qué es un puerto seco y para qué sirve?

Con esta entrada inicio una serie de posts que explicarán algunos conceptos y técnicas utilizadas en la metodología del primer artículo científico que publiqué de mi, por entonces, Tesina.

De momento, voy a definir el concepto de puerto seco.

¿Qué es un puerto seco?

Aunque estamos acostumbrados a definiciones precisas de casi todos los conceptos que conocemos, no existe una definición única de lo que es un puerto seco.

La razón principal es que hay una falta de uniformidad en la nomenclatura de los diferentes tipos de plataforma logísticas, ya que existe un umbral difuso entre los diferentes tipos de infraestructuras logísticas. Y encima, en España, es un término que se ha utilizado bastante mal, generando así aún más confusión.

Según Lévêque (2002), “un puerto seco es una terminal de transporte intermodal terrestre conectada directamente a uno o varios puertos marítimos con una vía de transporte de gran capacidad, donde los clientes pueden dejar/recoger sus unidades estandarizadas de carga, como si operasen directamente con un puerto marítimo”.

Otras definiciones, como la de Camarero (2005), son bastante más explícitas a la hora de valorar los medios de transporte primordiales en estas instalaciones: “un puerto seco es una terminal intermodal de mercancías situada en el interior de un país, conectada directamente con los puertos, origen y destino de sus cargas, a través de la red ferroviaria”.

Sin embargo, a ambas definiciones les falta un detalle fundamental que distingue a los puertos secos del resto de plataformas logísticas: que en ellos se puede realizar el despacho de aduanas, agilizando así el tránsito de la mercancía hacia el interior del país.

Y, ¿para qué sirven?

En las sociedades modernas, la necesidad de transporte ha ido creciendo a medida que aumentaba su grado de desarrollo, siendo necesario un aumento del volumen de transporte de bienes para satisfacer la demanda de las personas y las empresas.

Por otra parte, la estructura económica mundial, con centros de producción y consumo descentralizados, trae consigo un aumento de los flujos de carga y de las distancias de transporte de las mercancías complicando enormemente el transporte. Además, las nuevas tendencias del sector del transporte para reducir los stocks, han llevado a  envíos más pequeños pero más frecuentes, complicando aún más las operaciones por la consecuente necesidad de sincronización y la presión más intensa sobre los sistemas de transporte.

En estas circunstancias, el transporte marítimo se ha convertido en el modo más indicado y más barato para atender las necesidades que se generan de movilidad de las mercancías a grandes distancias. De este modo, los puertos marítimos se configuran como nodos con una importancia capital dentro de las cadenas logísticas como punto de enlace entre dos sistemas de transporte, el marítimo y el terrestre.

Sin embargo, como consecuencia de la complejidad del sector del transporte y del aumento del volumen de mercancías transportado, se ha llegado a una situación de creciente congestión de las rutas, la escasez de espacios libres en las instalaciones marítimas (estos dos problemas suponen, en definitiva, un aumento de los costes y un freno a la actividad económica regional) y un importante impacto medio ambiental de los puertos marítimos. Los puertos secos, al permitir el despacho de aduanas en el interior del territorio, dinamizan las actividades que se producen en el puerto marítimo, disminuyendo el número de operaciones, por lo que reducen las necesidades de espacio y la presión que las terminales portuarias ejercen sobre la costa.

Panorámica del puerto seco de Coslada
Panorámica del puerto seco de Coslada. Fuente: www.puertoseco.com

Otra clave de los puertos secos es la conexión ferroviaria con los puertos marítimos, suponiendo así un catalizador del aumento de la participación del transporte ferroviario en el conjunto del transporte de mercancías, algo que, en España se persigue desde hace tiempo (con un resultado pésimo hasta el momento y con bastantes conflictos por el tema de la falta de liberalización real del sector y por la falta de adaptación de la red a trenes más largos que supondrían una ventaja económica importante) y que está dentro de las medidas prioritarias  de la estrategia logística nacional [ver Estrategia Logística]. Además, la mercancía que suele moverse en los puertos secos suele estar contenerizada (si bien cualquier mercancía es susceptible de ser transbordada en estas instalaciones), lo que supone también una ventaja para que el ferrocarril sea el medio de transporte preferente en estas instalaciones y no sólo en la conexión con los puertos marítimos.

Y, de paso, sirven también para ampliar el hinterland de los puertos marítimos (es la región del territorio en que un puerto tiene ventajas notables en el acceso terrestre, por lo que puede asimilarse a su zona de influencia en el territorio). Los puertos secos pueden ser considerados, por tanto, como una prolongación de los puertos marítimos, mejorando el acceso a los mismos y garantizando que tengan un mayor hinterland como consecuencia del aumento en la accesibilidad que producen, utilizando además el medio de transporte más sostenible y más adecuado en cada tramo. Además, la expansión del hinterland provoca un gran desarrollo en las zonas contenidas en el área de influencia que se sitúan cerca centros de producción y consumo, convirtiendo la ubicación de los puertos secos en un tema clave cuando se considera la generación de una estrategia de colaboración-competencia para el sistema logístico de un país o región.

El Paseo de la Castellana: lo que no hay que hacer en la ciudad

Un problema común en las ciudades es el de la vertebración de la malla urbana para que sea completamente permeable. En España, este problema tiene bastante incidencia, aunque no tanto por la propia constitución de los núcleos urbanos, que suele estar planificada salvo en pequeñas excepciones, sino por las barreras físicas e infraestructurales que encontramos en ellos.

Las barreras físicas son las vaguadas, cursos fluviales, pendientes, etc. En definitiva, la orografía que había en el lugar cuando aún no había ciudad.

Entre las barreras infraestructurales encontramos: los accesos ferroviarios, los accesos por autovía y las circunvalaciones urbanas. Algunas han sido integradas mediante soterramientos, como parte de la M-30 en Madrid, otras mediante viaductos como el AVE en Girona y, en la mayoría, a través de pasarelas elevadas y pasos subterráneos para peatones. Y también hay casos como poco peculiares, donde lo que se ha hecho ha sido desplazar el problema, como la «nueva» estación de Gijón que supuso el cierre de la estación en el centro.

Paseo Castellana
A nadie se le ocurriría construir ahora una infraestructura como el “Scalextric” de Atocha, pero sigue habiendo otras barreras infraestructurales en Madrid. Fuente: fotomadrid.com

Los dos primeros tipos de soluciones  permiten hacer uso del suelo. En los ejemplos que he puesto: Madrid pasó a tener una rivera como merecía aunque a un precio desorbitado [ver enlace] y Girona tiene la posibilidad de paso bajo el viaducto y no sé si sigue en proyecto o ya se habrá hecho el carril bici previsto en el “Pla de Mobilitat Urbana de Girona” [ver enlace], pero, al menos, goza de espacio útil bajo él, se puede cruzar de una margen a otra y el espacio es fácilmente revitalizable.

Estado del viaducto en diferentes puntos. Lo ideal sería hacer que pase de ser como es ahora en general (abajo) a como es en sólo en algunos tramos (arriba). Fuente: revistadiagonal.com
Estado del viaducto en diferentes puntos. Lo ideal sería hacer que pase de ser como es ahora en general (abajo) a como es en sólo en algunos tramos (arriba). Fuente: revistadiagonal.com

También es cierto que, sin recurrir a túneles, viaductos ni nuevas estaciones en el extrarradio (o directamente fuera del municipio), existen soluciones mucho más baratas y eficientes para generar cruces en puntos concretos y, aunque no se consiga una permeabilidad completa, se puede llegar a una situación de compromiso. Sin embargo, los puntos de cruce que se construyan, deben ser agradables de transitar, estar bien iluminados, adaptados a PMR (personas con movilidad reducida) y nunca deben de estar tan alejados como para desincentivar los desplazamientos caminando ni para dificultar los desplazamientos en bicicleta.

El caso del Paseo de la Castellana

Más graves son los casos en que es la propia malla urbana la que produce la barrera. No existen muchas calles así, por suerte, pero suelen ser ejes con una potencia y una longitud que condicionan al resto de la ciudad, como el Paseo de la Castellana en Madrid.

Este eje urbano corta la ciudad en superficie como si, en lugar de haber una calle, hubiera un abismo. Bueno, quizá sea un poco exagerado, pero es un eje que potencia tanto las relaciones norte-sur que acaba perjudicando a las relaciones este-oeste en superficie.

Y es que,  todos hemos notado que cruzar andando la Castellana es un auténtico asco y en algunos tramos, en los cuales el vial tiene una sección muy similar a la de una autovía con vías de servicio y todo, hay que cruzar en cuatro tiempos. Pero para cruzar en superficie, la situación no es mejor en transporte público. Por si no os lo creéis, el indicador 31 “Nivel de conectividad de los barrios en transporte público” del 5º Informe del Estado de la Movilidad de la Ciudad de Madrid [ver Quinto Informe del Estado de la Movilidad, página 45] deja patente que las relaciones entre barrios en el entorno de la Castellana se producen de norte a sur y apenas de este a oeste.

Y es normal, porque en metro los desplazamientos no suelen darse entre distancias muy cortas y en superficie el único medio de transporte público es el autobús y sólo cruzan este paseo las siguientes líneas de la EMT: 7, 11*, 12*, 16, 21*, 40, 43*, 61*, 125* (nudo norte), 174* (nudo norte), Circular 1* y Circular 2*. Y de ellas, sólo cruzan de forma completamente transversal las marcadas con un asterisco en el listado anterior. Es decir, 9 líneas para un paseo que tiene actualmente 6,3 Kms. Juzgad vosotros mismos si parece suficiente.

Esta situación se ha alcanzado por culpa de una malla completamente orientada en una única dirección con la construcción de una sección de autovía en mitad de la ciudad, pensando en que así el tráfico será más fluido. Sin embargo, parece que no se ha terminado de entender que en este caso la demanda se adapta a la oferta y no al revés, así que si se ponen 10 carriles por sentido también se llenarán. Y si con más carriles, no se resuelven los atascos, parece ser que yendo más rápido tampoco [ver enlace].

Por suerte, lo de que hacen falta más carriles e ir lo más rápido posible, no es una opinión única y ya, ni mucho menos hegemónica (aunque parece que de momento sí es la que gana el debate). Por ejemplo, en la línea de lo que comentaba en el post anterior, hay voces en contra de esta configuración actual del famoso paseo: una plataforma que propone la inclusión de una línea de tranvía como forma de recuperar la Castellana [ver su perfil de Facebook].

El futuro de la Castellana

Además, esta fractura en la ciudad no se produce exclusivamente en la zona consolidada del paseo sino que se prolonga hacia el norte por la presencia de las vías ferroviarias que parten de la estación de Chamartín (que, aunque no son propiamente la prolongación natural del Paseo de la Castellana, sí que producen el mismo efecto barrera).

Actualmente está prevista en la revisión del PGOU [ver enlace] la prolongación de la Castellana y ya está aprobado desde hace tiempo el Plan Parcial de Reforma Interior APR 08.03 [ver enlace1 y enlace2].

Ampliación Castellana (Operación Chamartín)
Ámbito de actuación de la prolongación de la Castellana

Sin duda, uno de los retos a los que se enfrenta este desarrollo es no caer en los mismos errores que se cometieron dotando al Paseo de la Castellana de la sección que tiene. Para ello, hay que “hacer ciudad”, permitiendo que el nuevo desarrollo se inserte en la malla urbana comunicando el Barrio del Pilar con Manoteras y Fuencarral y Tres Olivos con Las Tablas, mejorando así los movimientos este-oeste. Y también, dar solución a una barrera en el sentido norte-sur como es la M-30 en el tramo entre los nudos de Manoteras y Norte tras el rechazo al soterramiento y la construcción del by-pass norte.

Teniendo en cuenta que, por lo que se sabe por los últimos documentos que se han publicado del proyecto, no se va a soterrar el 100% de las vías, si la Castellana, que discurrirá “en paralelo” a ellas tiene una sección igual a la del paseo existente, nos encontraremos con dos barreras que harán la zona casi inexpugnable.

Sin embargo, como aún está sólo en el papel, es el momento de “pensar la ciudad” y resolver ese problema para hacer que el proyecto sea emblemático no sólo por el tamaño de la actuación y los edificios “de autor” sino también por permeabilizar el norte de la ciudad gracias a un buen urbanismo.

Otro urbanismo es posible. Hacia una ciudad sostenible

La ciudad y el modo de transporte que sus habitantes eligen utilizar están intrínsecamente relacionados. Es por ello por lo que, dependiendo del tipo de ciudad (difusa o concentrada, compleja o sectorizada, socialmente estable o no, dotada de gated communities o abierta, etc) y del viario existente, los ciudadanos toman decisiones que, en principio, son las óptimas para ellos, pero no son necesariamente las mejores para el resto de la población.

Si pensamos en los últimos desarrollos de la ciudad de Madrid nos damos cuenta de que se ha hecho un urbanismo pensado para el coche: grandes avenidas con varios carriles por sentido, con poca variedad de usos, con pocos locales, viviendas dispuestas en manzanas cerradas con aparcamientos en los sótanos,… Y, en muchos casos, sin dotación de transporte público o con una dificultad flagrante de acceso al existente (como puede ser el caso del paso desde Las Tablas a la estación de Cercanías de Fuencarral. Aunque en esa zona, están previstos cambios muy importantes, que cambiarán la fisionomía de todo el norte de Madrid).

Pero, en términos históricos, el patrón de movilidad basado en el uso del coche es un modelo muy reciente. A lo largo del último medio siglo, el uso del automóvil se ha generalizado en gran parte de la población europea y se ha introducido de tal manera en nuestras vidas que, para muchos, parece inviable vivir sin él. No dudo de la utilidad del coche en determinados desplazamientos y me parece razonable su uso como parte de un viaje intermodal, pero no me gusta nada la depredación de usos que supone su presencia en la ciudad. Y es que,  a cambio, tenemos una ciudad con mucho menos espacio público transitable a pie, menos espacio estancial, mayor accidentalidad, estamos sometidos a unos niveles de contaminación y ruido muy por encima de lo que es saludable y razonable,… Y, por si fuera poco, los atascos además son antieconómicos.

¿Queremos una ciudad donde el coche sea el rey?

El cambio hacia una movilidad urbana basada en el automóvil fue consecuencia de un cambio radical en los patrones de uso del suelo, que provocó la imposibilidad de realizar muchos de los desplazamientos que en una ciudad de escala humana podían hacerse a pie, una mayor dificultad para prestar servicios de transporte público de calidad y, por tanto, un empuje definitivo al uso del coche para cualquier desplazamiento.

La configuración del espacio condiciona la vida en la ciudad y la movilidad. Ahora mismo, el dueño indiscutible del espacio público es el coche. Y esto tiene que cambiar. El mayor valor de la ciudad deben ser los propios ciudadanos y, por ello, hay que plantearse el tipo de ciudad en que queremos vivir y reclamar otra forma de urbanismo: responsable, participativo y sostenible. Y no sólo en la existente, sino también en los desarrollos que vengan en los próximos años [ver el Avance de la revisión del PGOU de Madrid].

Urbanismo
Acción reivindicativa del movimiento «Reclaim the streets»

Bien es cierto que los procesos de participación pública actuales son claramente insuficientes y a mí me parecen que llamarles “de participación” es algo que les queda aún muy grande porque resultan ser “de información” (y, como mucho, de pataleta, vía alegaciones), porque no se participa realmente ni se consulta a los afectados en todas las fases el proceso sino sólo en determinadas fases, normalmente ya muy avanzadas de los trabajos.

Pero hay formas de pedir otras ciudades. Por ejemplo, mediante la divulgación y la denuncia a través de webs, como este mismo blog, o como ecomovilidad, enbicipormadrid, ciudadesaescalahumana, doblefila, cazavelocidadesmadrid, bicicletasciudadesviajes, nacionrotonda, stupidcitylatramaurbanaobservatoriometropolitano, paisajetransversal, etc. También a través de la actividad de plataformas de fomento del transporte público y asociaciones de ciclistas, viandantes, vecinos y ciudadanos en general.

Porque la mejor manera de fomentar que exista la participación es participando y generando la conciencia de que hay que hacer las cosas de otro modo.

Recopilación de noticias de agosto de 2014

El último día de cada mes, intentaré enlazar y comentar, de forma muy somera, algunas de las noticias relacionadas con el urbanismo y el transporte que más me hayan llamado la atención el mes anterior. Casi todas ya las habré compartido antes a través de Twitter, Facebook, Google+ o LinkedIn a lo largo del mes. Pero, y esto es importante, no tienen por qué ser de actualidad. Puede resultar que yo me entere más tarde y sean de meses anteriores.

Esta vez le toca el turno a las que he visto en agosto de 2014:

1. Ciudadanos Smart vs #smartcities. Manifiesto traducido de Waag Society

A nadie le extraña ya el término “SmartCity”. Lo que a priori debería ser una nueva forma de gestionar las ciudades, apoyándose en la tecnología, ha producido una fiebre extraña.

Ahora, los gestores de las ciudades no ven problemas a resolver y tratan de buscar cómo resolverlos, sino que quieren implantar sensores de todo tipo en su ciudad para que sea la más “inteligente” y ya verán si son capaces o no de asimilar el tamaño de la información y qué van a hacer con ella.

Por eso, quería compartir este post de Elisabet Roselló [ver enlace] que plantea una reflexión sobre la necesidad de repensar el concepto.

2. Los vecinos del Calderón: ‘No queremos ser Manhattan’

Siempre me ha resultado curioso que en tiempos de crisis enseguida se aluda a lo de “es un pelotazo”, pero cuando las cosas van bien a nadie le moleste que se hagan cosas del mismo estilo. Por poner un ejemplo, y salvando las distancias, no recuerdo que hubiera una gran oposición al proyecto de las Torres de CTBA.

Aunque es cierto que por entonces yo era un jovencillo aún imberbe y puede que la hubiera, pero no he sido capaz  de encontrar nada muy sangrante por internet…

Otra cosa que siempre me llama la atención es que siempre se piense lo primero en cómo afectarán las obras a la posibilidad de aparcar. Y no es un tema baladí, que ya vimos la que se armó en Gamonal

Otro tema ya es lo de que se cambiara la Ley del Suelo y si el desarrollo es necesario. Pero no entro al debate. Simplemente os dejo la noticia de El Mundo [ver enlace].

3. Cómo revivir una ciudad muerta: el caso de Valencia

¿Pueden morir las ciudades? Sabemos que sí. No pocas veces, hemos visitados emplazamientos donde antes hubo asentamientos humanos y ya no.

No hace falta irse muy atrás en el tiempo: un caso 100% actual es Detroit, pero es un tema que queda pendiente para más adelante. Y, por lo visto, tampoco lejos geográficamente: según http://www.yorokobu.es, Valencia es un caso de ciudad que está muriendo. Aunque tratan de rescatarla [ver enlace].

4. La Comunidad ‘legaliza’ la M-501 con un informe ambiental posterior

Nada que añadir, porque como Ingeniero de Caminos me parece un hecho inconcebible… [ver enlace]. Así nos luce el pelo.

5. Ruinas vs decorado [o como el turismo afecta a las ciudades]

Ciudad observatorio siempre ha sido uno de mis blogs favoritos, así que no os extrañe que salga algo por aquí casi todos los meses. Sin embargo, no comulgo absolutamente con todo lo que allí se dice y este post es un ejemplo [ver enlace].

Creo firmemente en la ciudad como ente que evoluciona, pero también me gusta que haya partes de la ciudad que no cambien y conserven la esencia del lugar, aunque por ello parezcan más un escenario que una ciudad. O, ¿no estamos hartos de hacer turismo por ciudades que han perdido tanto su personalidad debido a la globalización que parece que ya las hemos visitado? O, pero, ¿qué no nos digan nada?

Supongo que, como en casi todo, la virtud estará en el punto medio. En dejar que la ciudad cambie gradualmente según sus necesidades, pero aportando carácter a todos los cambios y adaptándolos e integrándolos con la ciudad existente.

6. Demoler autopistas para recuperar ciudades

Que haya autovías dentro de las ciudades a mí personalmente me parece una salvajada. También es cierto, que muchas veces estaban antes que la ciudad, que es la que ha avanzado hasta su posición. Sin embargo, no siempre es así y algunas se construyeron con la popularización del uso del coche.

Y en los últimos años estamos asistiendo a la demolición de algunas de ellas para dar paso a nuevos usos. Eso sí, con obras faraónicas como Madrid Río o las que se presentan en este post [ver enlace].

7. Las mercancías ferroviarias, en pie de guerra

Hablar de mercancías por ferrocarril en España es siempre un tema peliagudo. Aunque, a mí personalmente, me apasiona. Sólo hay que ver de qué estoy haciendo la Tesis… (para quien no vea una relación muy directa, diré que uno de los requisitos para que una plataforma logística se considere puerto seco es que esté conectada directamente con los puertos marítimos mediante ferrocarril).

Eso sí, se transporta realmente muy poco y apenas alcanza el 4% de todas las mercancías que se mueven en el país. Y con la liberalización del sector, las empresas que están entrando compiten entre sí, con Renfe y con una situación desagradable [ver enlace]. Y no opino más porque pueden salir libros enteros de este tema y sólo tocaríamos su superficie.

8. Si el autobús no puede dar la vuelta, ¡que gire la plaza del pueblo!

Los vascos siempre han destacado por ser gente recia. Hasta el punto de que si darle la vuelta a un autobús es complicado, ¡pues giran la plaza del pueblo! Aunque esta vez, no es a pulso [ver enlace].

9. Colorful Street Art on the Train Tracks of Portugal by Artur Bordalo

El arte no está sólo en los museos. Puede estar en cualquier lugar. Y a mí esta propuesta con el arte en las vías del tren, la verdad es que me encanta y hace que despida las noticias de este mes con una sonrisa [ver enlace].

¿Hay alguna noticia que te gustaría compartir este mes? Puedes hacerlo en los comentarios.

Grandes infraestructuras para la movilidad ciclista

Una pregunta recurrente que se hacen/nos hacemos los planificadores es si la bici, con sus características tan especiales, debe compartir espacio con el resto de usos o si necesitan infraestructura específica.

Como es un debate tremendamente complejo, prefiero no entrar en él de momento, pero sí quiero presentar algunas grandes infraestructuras pensadas para este tipo de movilidad.


La primera es el Hovenring, la primera pasarela flotante ciclista del mundo. Fue concebida en 2008, cuando el aumento del tráfico entre Eindhoven y Veldhoven empezaba a desbordar la capacidad de la rotonda en el cruce de la Heerbaan en Veldhoven y Meerenakkerweg / Heistraat.

Con el fin de mejorar el flujo de tráfico y mejorar la seguridad, se decidió separar completamente los tráficos motorizado y de bicicletas. La solución adoptada, desde luego, es impecable tanto desde el punto de vista de la funcionalidad, como estéticamente.

[leer el post en ecomovilidad.net]


La segunda es la SkyCycle Network, una red de 221 kilómetros de carriles bici construidos encima de las líneas ferroviarias suburbanas para crear nuevas rutas para bicicletas en toda la capital. Esta red ha sido desarrollado por Sir Norman Foster.

Esta infraestructura estará dotada de 209 puntos de acceso, y se calcula que en el SkyCycle, un ciclista podrá elevar su velocidad promedio a 24 kilómetros por hora, un aumento importante frente a los 16 kilómetros por hora que logra hoy en las calles londinenses. Por ello, se estima que, en los trayectos más habituales, se reducirá el tiempo de viaje de los ciclistas en unos 29 minutos.

SkyCycle
[pinchad en la imagen y veréis un vídeo promocional del proyecto]

¿Y qué costará? La primera fase es un tramo de unos 6,5 Kms y costaría alrededor de £220.000.000. Podéis imaginar que la red completa no será nada barata. Por ello, los plazos que se manejan hablan de que esté completamente construida en un periodo de unos 20 años.

En mi opinión, el uso del espacio sobre las vías puede parecer lógico, ya que Londres es una ciudad congestionada, y segregar las calles no sería una opción viable, pero tengo serias dudas: la primera es que no se pueda usar la movilidad ciclista precisamente para reducir el uso del coche; la segunda acerca de la infraestructura, su impacto en la ciudad y su coste. 

Podéis leer el debate que tuvimos los miembros de ecomovilidad. net en el siguiente [enlace].


Por último, Alemania se plantea tener la primera autovía para bicis: la Radler B-1, la cual se construirá paralela a la autopista que conecta Dortmund con Duisburgo,la A-40,  rebautizada «la Autobahn de los caracoles» debido a las grandes retenciones que suelen producirse. Y es que, éste es uno de los tramos de carretera con mayor IMD (Intensidad Media Diaria) del país.

En el siguiente [enlace] podéis conocer algo más del proyecto, aunque aún no hay demasiada información.

El blog de Samir Awad Núñez

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