Una vez pasadas la defensa de la Tesis y su “resaca”, llega el momento de volver a la normalidad y retomar los temas que he dejado apartados unos cuantos días. Pero antes quiero, por un lado, compartir aquí el documento de la Tesis Doctoral y la presentación (la que preparé al inicio y la que finalmente presenté) y, por otro lado, dejar constancia por aquí de lo que supone ser doctor para desmitificar el asunto.
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Lo primero, dejo los enlaces para poder descargar:
– El documento de mi Tesis (atención, que es Creative Commons, pero no se permite hacer un uso comercial del contenido sin mi autorización):
– La presentación que preparé como primer borrador para la defensa (muy en la línea de cómo serían unas diapositivas para una clase del tema, con bastante texto en aquellos puntos que requieren mayor explicación):
– La presentación que empleé durante la defensa (mucho más orientada hacia el tribunal):
Las presentaciones os recomiendo que las descarguéis para verlas porque hay animaciones y demás contenido que sólo podréis ver con ellas porque hay elementos que se montan, otros que quedan fuera de la diapositiva inicial, etc.
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Y ahora vamos con qué significa ser doctor:
Para la mayor parte de la población (y eso lo he visto estos meses con una muestra suficientemente amplia y con representantes de diferentes estratos sociales y educativos, como para pensar que es así), ser doctor es aproximadamente la leche y desde el punto de vista social algo que se entiende como loable. Pero la cosa se ve bastante diferente para los que han pasado el escalón previo a la defensa, “Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe” (que ven/vemos esto. Y quien lo vea diferente tendría que darse un baño de humildad) y que, además, conocen la realidad a la que van a enfrentarse.
El esfuerzo y el conocimiento (supuestamente, de profundidad filosófica y epistemológica, aunque en la investigación en ingeniería es algo que me cuesta aceptar como cierto) no nos los quita nadie, pero frente al doctoris (maestro) se impone cada vez más el doctor investigador que sólo tiene en mente producir artículos y que, por ello, centra su trabajo en lo que es publicable y abandona lo que no lo es.
En el caso de la universidad española hasta casos tan graves como que para ser profesor puntúa más escribir un paper en una revista JCR que leerán exclusivamente los investigadores que se dediquen a tu tema (seguramente, cada vez más específico y más difícil de comprender para quien no tenga formación científica previa), que un libro de texto o un manual que puedan utilizar los alumnos para aprender.
Y si te olvidas de la docencia y eres investigador al 100%, tienes que someterte a las líneas de investigación que serán financiables y posteriormente publicables. Y concluyentes, porque la investigación ha eliminado algo que yo entiendo como muy valioso: los errores que deberían decirnos “por aquí ya he pasado yo y no hay nada, tira por otro camino”. Y es porque los errores no son publicables. Así que, ahí la situación tampoco es sencilla, pues en estas circunstancias el doctorado se convierte en una “condición necesaria pero no suficiente”. Para muestra, un botón: yo mismo estoy aceptado para ir a hacer una estancia postdoctoral en la Chalmers Tekniska Högskola a profundizar uno de los puntos de mi Tesis y ahora mi mayor preocupación no es qué aprenderé allí ni nada por el estilo, sino cómo lo voy a poder financiar para no tener que pagar por trabajar (que no trabajar gratis, sino pagar). Así que me tocará escudriñar la red en busca de todas las ayudas posibles y, posteriormente, ir mendigando y cumpliendo con una bien extensa burocracia que nada ayuda a incentivar las ganas de aprender. El otro día me decía uno de mis codirectores de Tesis que «la figura del investigador ha migrado desde el estudioso que dedicaba su tiempo a pensar al burócrata que para pensar primero tiene que rellenar montañas de papeles y para cuando ha terminado ya no tiene ganas de pensar». No le falta razón.
Otra opción consiste en continuar investigando en otro tema, resignándote, cerrando la línea de investigación que hayas abierto con tu Tesis y aceptar un contrato postdoctoral de varios años (frente a la estancia de pocos meses que me gustaría realizar a mí) acerca de otro tema del que seguro que el reciente doctor no sabrá ni la mitad que del suyo propio y que le llevará, en caso de ser español, fuera de España, de modo que la producción científica vaya en beneficio de un país que no es el que se ha gastado un auténtico dineral en formarle. Esta última opción, en mi caso, debo reconocer que es un camino que no me atrae nada recorrer.
Así pues, esta perspectiva parece empujarme a dejar de investigar (yo me intentaré resistir, pero debo ser consciente de que esa posibilidad es una de las más probables) y buscar la seguridad económica que me aporta el proyecto de la UE en el que estoy trabajando actualmente y del que ya iré hablando por aquí. Y, es que, además de la tan manida crisis creo que parte de la responsabilidad es de los doctores y doctorandos por no haber sabido transmitir no tanto el valor de ser doctor (que al final no es otro que un reconocimiento social y académico más) sino nuestra implicación en el desarrollo cultural y científico. Porque si la sociedad no entiende el valor que podríamos llegar a aportar, difícilmente querrá ser partícipe del nivel de inversión que sería deseable para sacar adelante la labor de investigación que podríamos realizar.
Aunque soy consciente de que la labor de una sola persona termina por ser marginal (entendiendo este concepto como “insignificante”), voy a emprender una labor en el blog y es que, además de los temas habituales, siempre que el resto de obligaciones me lo permitan, quiero preparar algunos contenidos acerca de las técnicas y los conocimientos transversales que he aprendido durante el doctorado, así como las aplicaciones directas que pueden tener, explicadas con un lenguaje inteligible por la mayoría. Porque siempre me han tachado de teórico como algo negativo pero quiero demostrar que no lo es porque en la teoría se sustenta la práctica. Y no pretendo con ello estar en posesión de la verdad (que al final, incluso en la ciencia, no es más que una construcción humana), pero sí al menos demostrar la importancia de la teoría para entender y mejorar la práctica. Porque tanto o más importante que el cómo es el por qué.
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ACTUALIZACIÓN:
Me dice por Twitter Julio Comendador y es cierto que…
@samirawadnunez muchas empresas españolas dependen en gran parte de fondos europeos. Y para ganar concursos, en Europa sí valoran doctorados
— Julio Comendador (@JulioComendador) enero 21, 2016
Estoy muy de acuerdo y, de hecho, es así también a la hora de fijar los cuadros de personal para las licitaciones en España. Sin embargo, como bien sabemos, eso sólo se cumple cuando el personal ofertado es preceptivo para el contrato y eso no siempre es así, sino que depende en gran medida de las negociaciones durante el proceso de firma del contrato y de lo tozudo que sea el director del mismo. Así pues, aunque es una oportunidad laboral para los doctores, hay que tener cuidado con ella y no pensar que es una salida profesional sencilla.