Hoy se cumplen 4 años de la eclosión de lo que días después comenzaría a llamarse 15M*; 4 años en los que el interés suscitado por lo municipal ha alcanzado cotas impensables; 4 años desde que, paseando las calles madrileñas por el espacio usualmente ocupado por el coche, muchos nos preguntamos si el reparto del espacio público era adecuado o si, por el contrario, habíamos malbaratado los mejores lugares, las mejores vistas, las mejores facetas, la mejor luz, la capacidad estancial de las calles y las plazas…
De hecho, ¿no podemos considerar la acampada de Sol, uno de los mayores experimentos de urbanismo táctico que ha visto Madrid, una reivindicación urbana que trascendió la reivindicación general?
Con el 15M se podía y se puede estar de acuerdo o no (de hecho, fui y soy más de estar en desacuerdo con sus planteamientos. Aunque no es raro porque, como bien decía mi abuela, “soy el espíritu de la contradicción”), pero hay que ser capaces de otorgarle el mérito que ha tenido en estos 4 años**.
Para empezar, devolver a la calle su papel político, produciendo un repunte en la organización de la sociedad civil. Como bien citan los chicos de Politikon en su libro La urna rota (que en estos días ha cumplido ya un año), España ha sido tradicionalmente un país con escasa participación de la sociedad en la política y eso se debe en parte a que los cauces de participación son escasos y también (y de eso tenemos que asumir todos la culpa) porque no los hemos ido creando nosotros mismos. Sin embargo, al revés de como opinan en Politikon, creo que el 15M tuvo parte de la culpa del creciente interés por crear asociaciones y plataformas que funcionen como medio de control de las acciones del gobierno y que sean capaces de canalizar el pulso social hacia los gobernantes.
En particular, no han sido pocas las asociaciones surgidas en materia de urbanismo, movilidad y modelo de ciudad. Y las ya existentes antes de 2011, han visto reforzada ampliamente su posición y tienen ahora un “altavoz” que no tenían antes, por lo que sus reclamaciones, sobre todo municipales, llegan mucho más lejos.
Además, como segunda derivada, se ha elevado muchísimo la calidad del debate sobre la ciudad que queremos vivir. Durante este tiempo, tanto a nivel individual como bajo el paraguas de ecomovilidad.net y urbanismoytransporte.com, he tenido la suerte de acudir a multitud de actos y de ser testigo de un cambio cuantitativo y cualitativo en ellos. Ahora vamos mucha más gente, el tema suscita mayor interés, hay un espíritu mucho más crítico, el debate parte de ser (casi) completamente informado, los argumentos expuestos tienen una profundidad inusitada,… Y, lo más importante, aun con la radicalidad que supone repensar el modelo de ciudad, pretendiendo actuar sobre la raíz de sus problemas, se ha entendido que en el urbanismo no hay recetas extremas ni estandarizadas y que no se pueden tener opiniones inflexibles porque, en el urbanismo, absolutamente todo depende del entorno en que se enmarque.
Y, quizá, lo más importante, en este escenario de movilización e implicación, de inexistencia de cauces oficiales para participar de las decisiones, de empeoramiento de algunos servicios básicos y de creciente importancia de las redes sociales (online, pero también offline), hemos visto cómo empiezan a emerger iniciativas y propuestas que tienen capacidad de incidir en el debate de las diferentes fuerzas políticas e incluso, esperemos, puedan tener traslación electoral directa. Y, en este sentido, he tenido el placer de participar en el experimento de generar un programa participativo en materia de movilidad para la ciudad de Madrid que, posteriormente, hemos ido moviendo por todas las fuerzas políticas que, entendemos, tendrán representación en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid y en la Asamblea de la Comunidad de Madrid. En el próximo post ampliaré esta información y haré un pequeño balance de los resultados obtenidos de cara a las elecciones municipales del próximo 24 de mayo.
Como conclusión, no cabe duda de que el 15M ha servido para revitalizar el debate urbano y devolver la política al ágora.
* Aunque nunca me han gustado las etiquetas y, menos aún, para un fenómeno tan complejo… Eso sí, me gusta mucho más el nombre que aquello de “los indignados”, que me repatea por su origen que no es más que un libro de autoafirmación chovinista por parte de su autor.
** Desde luego, su legado más importante ha sido mostrar que la utopía es capaz de cambiar el imaginario colectivo, pero hoy sólo quiero hablar del ámbito que afecta al blog.