Dicen que lo prometido es deuda y que mejor tarde que nunca. Por eso, estoy escribiendo, aunque tarde, un post que quería haber escrito hace tiempo. Pero bueno, a cambio puedo dar mi perspectiva posterior al cambio, así que no hay mal que por bien no venga.
Seguro que a los que me seguís hace tiempo por aquí, a los que os he dado clase y a los que me habéis escuchado en alguna charla o debate ya os suena esta imagen:
Este gráfico viene a decir que las “policies” más eficaces para hacer más sostenible la movilidad pasan por actuar sobre la necesidad de viajar y las distancias a recorrer para realizar las actividades finalistas (recordemos que el transporte es una actividad intermedia que, salvo en algunas excepciones, como el Transiberiano que me muero de ganas por hacer, es una actividad que realizamos con el objetivo de realizar otras actividades, ésas sí finalistas). En función de esas distancias y de otra serie de variables decisoras se producirá un determinado reparto modal. Actuando sobre “el tablero” (el urbanismo) o sobre “las reglas del juego” (las variables decisoras), podemos reequilibrar el reparto modal para premiar a los modos más sostenibles o, en ocasiones, para desincentivar el uso de los modos con mayores costes externos. Por último, para aquellos viajes que no se hayan podido evitar o de los cuales no se haya podido reducir su distancia y deban realizarse en vehículos motorizados, la mejora de la sostenibilidad del sistema de transporte pasa por la mejora de la eficiencia de los vehículos.
Nada nuevo bajo el sol… Sólo más ordenado. Pero me interesa este esquema para centrarme en una de las medidas que actúan sobre la necesidad de viajar y que, por tanto, se entienden como parte de la raíz del dilema de la movilidad para ser o no sostenible: el teletrabajo.
Tampoco quiero hacer una valoración demasiado sesuda sino más bien discutir algunos mitos y mostrar cómo me sentía cuando sólo teletrabajaba y cómo ha cambiado ahora que en Hécate Ingeniería tenemos oficina.
Entre las ventajas del teletrabajo suelen incluirse: 1) la posibilidad de combinar el trabajo profesional con las tareas domésticas y la vida familiar; 2) una mayor autonomía y flexibilidad, así como un aumento de la productividad del trabajador; 3) un menor estrés; 4) la realización de menos desplazamientos; 5) la elección personal del entorno de trabajo; 6) una mayor disponibilidad de tiempo libre; etc.
Sin embargo, discutiría la mayoría, pues teletrabajar (al menos, si lo haces todos los días de la semana, como ha sido mi caso durante más de un año y medio) reduce la distancia entre el trabajo y la vida familiar o el ocio hasta un punto que antes de teletrabajar ni me había planteado (yo procuraba, al menos, cambiar de espacio y tener en casa un lugar dedicado exclusivamente a trabajar. Pero el tema de mantener un horario razonable era imposible. Más bien por exceso que por defecto de horas trabajadas…); me sentía bastante solo laboral y personalmente hablando; coordinar las tareas de trabajo era complicado y lento (en un minuto hablando cara a cara resuelves los temas mucho más rápido que por cualquier otro medio, no nos engañemos); sobre el estrés podría decirse que he tenido más en ese tiempo que en el resto de mi vida junta y tiempo libre tirando a poco así que me río de la principal ventaja que se asocia con el teletrabajo (quizá es culpa mía por querer abarcar demasiado, pero creo que el teletrabajo ayuda a ese planteamiento de querer abarcar más porque “como te ahorras tiempo de desplazamiento…”); y así sucesivamente.
Además, en los últimos meses, he estado trabajando como profesor en la Universidad Europea (cuyo campus está en Villaviciosa de Odón). Tras unas semanas (pocas aún) combinando los dos nuevos emplazamientos, debo decir que hago más desplazamientos, eso es innegable, pero no ha subido mucho mi tiempo de viaje a lo largo del día. Esto se debe básicamente a que algunas de las tareas que antes me exigían desplazarme en medios de transporte motorizados, ahora las tengo a una distancia caminable. Eso sí, ahora madrugo una chispa más (y aun así empiezo a trabajar más tarde) y, por otro lado, pensaba que con la nueva situación iba a leer más (hubo un tiempo en que me leía más de 40 libros al año y pretendía retomar la afición) pero no ha sido así para nada. También imagino que es porque tengo poco tiempo en metro entre mi casa y la oficina y para ir a la universidad no leo porque en el bus me mareo…
Donde sí he notado una mejora evidente es en las ganas que le pongo a llegar al trabajo, en la productividad de cada día, en la facilidad para sacar los proyectos comunes adelante al podernos coordinar de forma mucho más rápida (ahora tenemos el reto de coordinarnos con las otras empresas que compartimos oficina, pero de las herramientas de gestión de proyectos que estamos valorando utilizar ya hablaré si en algún momento procede). Además, parece una tontería, pero ser partícipe de las diferentes etapas que hay en el montaje conjunto de una oficina genera una sensación de satisfacción al ver lo que se está montando (gracias a los que más os lo habéis currado para tener una oficina tan chula como la que tenemos) y de pertenencia al colectivo que hasta ahora no había sentido desde el punto de vista laboral. Aunque creo que también tiene que ver con compartir este nuevo espacio con unas personas con las que la afinidad es más que palpable. Tonterías como la nota de prensa de la celebración de los cumpleaños de dos miembros del equipo o la dinamización jocosa de un proceso participativo para decidir cómo codiseñamos nuestro patio dan buena fe de ello.
De momento, debo decir que no echo de menos trabajar en casa. Y habrá quien me diga “pero es que teletrabajar de vez en cuando está bien”. Pues sí, pero ni por ésas lo echo de menos, aunque es obvio que trabajar en una oficina tiene algunas contrapartidas… al trabajar por cuenta propia, hemos pasado a tener algunos costes fijos y esto se traduce en que tenemos una mayor necesidad de conseguir proyectos (y es algo que me estresa un poco); tengo que volverme a acostumbrar a trabajar con ruido y distracciones (aunque he elegido una mesa algo alejada del paso entre despachos y pronto tendremos una sala individual para los ratos en que haga falta concentrarse); tengo unos horarios más fijos (esto es bueno y malo porque es menos flexible pero también acabo mi jornada laboral a una hora más razonable y estoy más descansado); y, por último y aunque parezca una tontería enorme, me supone cierto estrés pensar qué ropa me tengo que poner al día siguiente dependiendo de si tengo alguna reunión, clase o cosas del estilo (hasta hace poco trabajaba en pijama, con sus cosas buenas y sus cosas malas y, si tenía que salir de casa solía tener una única actividad a la que acudir). Ya sólo me faltará prepararme cada día el tupper para el día después para ser un oficinista de pro.
Para terminar y por darle parcialmente la razón a mi amigo Yann (que yo creo que aspirará en el futuro al Nobel de economía. Y no es exageración, lo opino de veras), debo decir que creo que esta nueva aventura compartida en la oficina (somos tres empresas de ramas diferentes pero complementarias e, incluso, tangentes en algunos proyectos) puede suponer una oportunidad inigualable de aprendizaje colectivo. De conocimiento, sí, pero también de los aspectos intangibles, de lo cotidiano. Os dejo, por si queréis ver evidencias al respecto de la necesidad de interactuar cara a cara para mejorar el trabajo, un paper que me recomendó Yann y que fue el que suscitó el inicio de nuestro debate sobre lo humano y lo divino en torno al teletrabajo: The Death of Cities? The Death of Distance? Evidence from the Geography of Commercial Internet Usage.
Voy a discrepar un poco contigo, Samir, aunque en realidad creo que no hay tal discrepancia, solo que me ha asustado el título de NO teletrabajo en un blog de transporte.
Entiendo y son indiscutibles tus argumentos sobre si el teletrabajo funciona para ti en cuanto a horarios y satisfacción. Es innegable que eso es totalmente subjetivo.
Estoy de acuerdo en que la eficiencia para el trabajo en equipo de momento no está muy conseguida si se teletrabaja.
¡Pero las ventajas para la movilidad son innegables! El efecto de sumar todas las personas que dejan de moverse para trabajar puede ser enorme. Pero para conseguir mejoras más modestas tampoco es necesario que teletrabajemos todos cada día. Si una proporción de los trabajadores lo hace algunos días en semana, ya se reduce la demanda en horas punta y mejora la eficiencia del sistema. En una población suficientemente grande esto se equilibrará de modo que la reducción no sea casualmente toda en el mismo día (aunque es probable que los lunes y viernes tuvieran cierto sesgo) pero incluso si se teletrabajase solo unas horas al día, sería suficiente para que muchos desplazamientos se pasasen a las horas valle donde hay exceso de oferta.
Por cierto, a lo del Transiberiano me apunto! (si me dejas :P)
Hola Gonzalo,
Gracias por tu comentario. En parte creo que llevas razón pero tu planteamiento tiene un sesgo que yo también cometí de forma deliberada: ambos estamos pensando en el trabajo de oficina. Sin embargo, hay muchos trabajos que exigen la presencia del trabajador en el lugar de trabajo, por lo que el efecto del teletrabajo es relativamente bajo sobre el conjunto de la movilidad. Además, en casos como el mío, la localización de la oficina me genera una nueva centralidad de modo que, efectivamente, genero cierta tensión en el sistema de transporte al pasar a moverme en la hora punta de la mañana. Sin embargo, creo que en el cómputo general de mis actividades, mejoro las externalidades de mis desplazamientos porque he pasado a hacer muchas cosas a una distancia caminable en lugar de tener que usar medios mecanizados (eso sí, me movía a horas valle, donde mi efecto era menor).
Aún con eso, como técnicos en estos temas, tenemos que trabajar con las motivaciones de los viajes y, en mi caso, las ventajas de trabajar en oficina superan con mucho a las desventajas de tenerme que desplazar. El reto de los que nos dedicamos a planificar el transporte está en decidir una vez que los usuarios ya han tomado sus decisiones.
Lo del Transiberiano es hablarlo, pero molaría mucho.
Un abrazo,
Samir
Incluso el trabajo de oficina se resiente de no tener compañer@s, hay un empobrecimiento de recursos y una rigidización derivada de estar bastante solo. Las reuniones de dos personas, quizá tres, se pueden hacer casi igual, pero las de más de 5 personas son muchísimo más pobres en comunicación y resultados. Añadiré que es muy muy diferente teletrabajar con gente que conoces que hacerlo con gente que no conoces de nada, ni conocerás, en la mayor parte de los casos.
Ha sido muy interesante lo que has comentado sobre la creación de una nueva centralidad en tu nuevo lugar de trabajo que complementa a la del hogar. No es tan importante las proximidades individuales a cada necesidad si no la suma de todas. Y si ahora existen dos nodos las opciones de proximidad se multiplican. O no, y ahí quería llegar, has hablado de tu caso partícular pero en otros casos puede que no sea. No has hecho trampa porque has comentado las ventajas e inconvenientes, pero echaba en falta la justificación por localización del hogar y del lugar de trabajo, entorno socioeconómico en el que está, sistema de transporte, etc.. Lo digo porque a ver si el problema no está en dónde trabajas sino dónde vives. Para mi es la clave.
Por otra parte, personalmente yo preferiría también trabajar en oficina con otros compañeros, aunque suponga un gasto, pero tienes ventajas notables. Yo finalicé el Máster de Transporte, Territorio y Urbanismo de la UPV el año pasado y desde entonces me encuentro colaborando como freelance en algunos proyectos, pocos, y todo desde casa. Algunos me dicen que está genial, mucho más cómodo, que me puedo hacer mis propios horarios. Pero al final ocurre que la vida del hogar y la vida de trabajo se mezclan tanto que tienes el día repleto de interrupciones, y las horas que realmente dedicas a trabajar las dilatas en todo el día. Te hace ponerte las pilas para encontrar proyectos pero también falta el apoyo de otros compañeros, socializar, en una oficina, o en un espacio de Coworking. Y cuando estás en un proyecto en la época actual tenemos muchas facilidades para trabajar de manera colaborativa con otras personas, pero nunca será igual que estar cara a cara. Irme a un coworking es algo que me ha planteado más de una vez, pero pocos proyectos y poca experiencia laboral es difícil.
Por cierto, hace unos meses hablé en mi blog sobre lo importante que la relación entre la movilidad y la ordenación de la ciudad. También está en el portal I-ambiente la versión en castellano: http://smartcities.i-ambiente.es/?q=blogs/motivos
Es un placer seguir tu blog.
¡Buen fin de semana!
Miquel
Hola Miquel,
Tampoco tenía intención de escribir un post 100% riguroso en relación a la interacción entre transporte y territorio. Es cierto que, como vivo en la periferia (aunque es el eje periférico desde el que la isocrona al centro de Madrid es más favorable), parte de la mejora subyace en la ausencia de algunas actividades en la proximidad de mi casa y eso afecta a mis viajes basados en el hogar.
Por otro lado, transmitirte ánimos para tu trabajo y si necesitas algo, por aquí estoy.
Un saludo,
Samir
Me alegra ver que se escribe sobre el teletrabajo cuando se habla de movilidad sostenible. No así, las conclusiones del artículo…aunque expresen un punto de vista.
El impacto del teletrabajo en la movilidad podría ser altísimo, simplemente si se pudiera teletrabajar unas horas (ni siquiera todo el día) dos días a la semana evitando la hora punta. Eso únicamente supondría entrar a las 11 en lugar de las 9, lo que simplemente implica un cambio del 10% de la jornada semanal. El aumento del estrés, sentirse solo, empeorar la coordinación,…parece que sería tirando a limitado.
Sin embargo los beneficios saltan a la vista: ahorro de tiempo en desplazamiento tanto en transporte público como privado y mayor comodidad, reducción de accidentes (parece que van ligados al nivel del tráfico, evitar periodos de lluvia o nieve,…).
Si vamos a los extremos, haciendo un teletrabajo del 100% del tiempo, quizás podrías estar de acuerdo contigo, pero cuando hablamos de teletrabajar media mañana un par de dias a la semana, también hablamos del teletrabajo. Y me parece indiscutible que la movilidad mejoraría.