Desde hace poco, colaboro como columnista en la versión en papel del semanario decano especializado en transporte, logística e infraestructuras en España (y, es que, se fundó en 1895). Es un placer que desde este medio hayan contado conmigo para esta columna de opinión, lo cual aprovecho para agradecer desde este post.
En esta columna hablaré principalmente de temas tangentes al transporte y la logística, siempre con la vista puesta en los temas más innovadores. Por ejemplo, para estrenarme hablé del «learning by doing» aplicado a la educación y las posibilidades que se abren ante un sector profesional al contar con juegos de simulación para resultar atractivo a los jóvenes y, con ello, atraer talento. Os dejo un enlace al texto completo:

De haber tenido más de 1.000 palabras, me hubiera encantado hablar de otros pilares fundamentales en la configuración de mi gusto por el mundo del transporte, el cual no se forjó de un día para otro, sino que necesitó un cierto proceso. Me refiero expresamente a cuando mi abuela me llevaba cerca de casa a ver pasar los trenes de Metro de Madrid en un tramo en el que por entonces (y hasta hace unos 14 años) circulaban a cielo abierto. También tuvo que ver con que mis padres me llevaran habitualmente a los sitios en transporte público (no tuvimos coche hasta que yo tenía 5 años).
Y, cómo no, me habría encantado hablar de la última versión de SimCity, BuildIt, que fue la que me inspiró para escribir la columna. Y, es que, tantos años después, hace pocos meses que volví a jugar a uno de estos juegos. La diferencia entre cuando jugaba antes y ahora es la experiencia que tengo y el potencial que le veo. Por eso, trataba de forzar situaciones reales y me sorprendía que la calidad del juego permitía que éstas tuvieran un reflejo en la partida. Os dejo un enlace al hilo de Twitter que fui publicando mientras jugaba:
Sin embargo, a esta última versión se juega de forma diferente a las anteriores y esto tiene que ver fundamentalmente con su componente de juego online y eso, a mí que jugaba poco, me da igual porque le echaba unos 10 minutos al día antes de dormir. Pero si el objetivo era jugar «a saco», hay que reconocerle algunos fallos: 1) es lento… ganar dinero para construir o prestar servicios lleva mucho tiempo porque todo tiene unos precios elevados; los hitos para subir de nivel son muy complicados y relativamente lineales, lo que no permite dejar algunos sin hacer… o sí, pero tardando infinitamente más…; 2) se le da una importancia excesiva a los «desastres», por lo que aquellos jugadores que no quieren destruir su ciudad lo tienen crudo a partir de determinados niveles; 3) también se les da excesiva importancia a los envíos por barco y avión, cosa inexplicable porque sólo se puede producir pero no participar de la cadena logística; 4) los rediseños de sección resultan carísimos, por lo que tener una red de tranvía coherente es dificilísimo. En definitiva, a partir de determinado punto, deja de incentivar al jugador para continuar la partida.
Y, lo mejor, es que yo mismo me estoy aplicando el «learning by doing» porque estoy aprendiendo a escribir columnas de opinión poniéndome a escribirlas (y con la ayuda de Rosa Lorca, que me pasó material para ver temas de estilo y se lee con paciencia lo que escribo. Te lo agradezco un montón).
Espero que os haya gustado mi primera columna. Si quereis opinar acerca de ella o proponerme temas de los que escribir en las siguientes columnas, estoy abierto a recibir ideas.