De paso por Varsovia: algunas reflexiones sobre el urbanismo y la movilidad de la ciudad

Hoy toca continuar con la serie de contenidos de viajes. Este post lo he pospuesto varios meses. De hecho, estuve por Varsovia hace ya más de tres meses… Pero, por unas cosas o por otras, lo he ido dejando y ya no tengo tan presente todo lo que me hubiera gustado contar, de modo que el artículo no será nada detallado (como sí he hecho en otras ocasiones) sino que serán unas pequeñas notas que tomé al respecto:

1. Varsovia es la capital y la ciudad más grande de Polonia y, su población, por encima de 1,7 millones de habitantes (casi 2,8 millones de habitantes en el área metropolitana), la convierte en la novena ciudad más poblada de la Unión Europea. Sin embargo, su configuración “en varios módulos” (Centrum, centro urbano tradicional, ribera del Vístula, barrio de Praga –lo único que quedó en pie de la ciudad tras la IIGM–) y la amabilidad de la mayor parte de la ciudad hacen que dé imagen de ciudad pequeña, cercana,… Eso sí, llama muchísimo la atención que en un minuto caminando, cambias de calle y a veces parece que cambiaras de ciudad porque pasas de zonas con parques, patios centrales y prioridad peatonal a calles 100% diseñadas como autovías y que son completamente hostiles. Digamos que, como las que hay en todas las ciudades grandes europeas, pero sin esa transición entre tramas tan diferentes que suele haber. Bueno, eso y la grandísima extensión que la hace inabarcable caminando. Supongo que son cosas de la planicie…

Varsovia
Vista de Varsovia desde el Palacio de la Cultura y la Ciencia (Pałac Kultury i Nauki). A lo lejos todas las montañas polacas (hay que leerlo con tono irónico)

2. La movilidad peatonal es peculiar en el entorno de Centrum, donde no existen cruces en superficie, sino que se realizan en galerías que, si bien tenían una accesibilidad muy reducida, es bien cierto que resultan muy animadas, están bien iluminadas, están llenas de un comercio que funciona francamente bien, están vigiladas por la noche,… Nada que ver con los subterráneos que solemos tener en España. Y, pensando en cómo puede ser el invierno en Varsovia (en abril íbamos todos en abrigo. Aunque nos los quitamos en algún momento), es posible que sean lugares que resulten muy útiles para resguardarse.

Varsovia
Entrada a uno de los pasos subterráneos. En este caso, en Cracovia (no me di cuenta de hacer la foto en Varsovia ni tengo fotos del interior)

Nota: si sois nuevos en Varsovia, tenéis el hotel por esta zona y llegáis de noche, ni se os ocurra cruzar en superficie. En nuestro caso, casi perdimos un miembro del equipo porque los conductores ¡aceleraban al verle cruzar! Y, vamos, sin acelerar ya iban a toda pastilla…

3. La bici es casi residual en algunas zonas de la ciudad aunque hay préstamo de bicis, infraestructura y unas estaciones para que te arregles la bici (ver foto). En otras, sobre todo la zona universitaria, la impresión es bien distinta y se ven bastantes.

Varsovia
Estación de arreglo de bicis frente a la Biblioteca Central de la Universidad de Varsovia

4. El aire soviético de la ciudad nueva es evidente (no en vano, el pacto de los países del Bloque del Este se firmó allí), sobre todo en lo alienante de las proporciones de calles y plazas. Basten estos ejemplos:

Varsovia
Biblioteca Central de la Universidad de Varsovia
Varsovia
Vista de la Plac Defilad (Plaza de los Desfiles) desde el último piso del hotel Marriott, con el «bonito» regalo de Stalin, omnipresente en la ciudad de Varsovia y que sirvió como ensayo para las Siete Hermanas de Moscú (pinchad en el enlace, que no tiene desperdicio) y fue, por tanto, uno de los primeros rascacielos europeos. En el fondo de la plaza (cuyas aristas se tardan en recorrer más de un cuarto de hora), el corredor donde se hacían/¿hacen? los desfilen militares.

5. A Varsovia fui precisamente a hablar de temas de transporte, al TRA2016. El congreso era en el Stadion Narodowy w Warszawie. Es decir, en la margen contraria del Vístula en la que nos alojábamos. Una vez fuimos andando y se tarda en cruzar casi una hora (impresionante la longitud de la estructura). También fuimos en autobús, tranvía y “cercanías” y sólo cabe decir lo bien que funciona el transporte público de la ciudad, con unas frecuencias realmente competitivas, plataformas reservadas en casi toda la ciudad (si alguna ventaja tiene el hecho de tenerla que reconstruir completa hace 70 años es que se podían plantear soluciones que exigen mucho espacio). Dejo por un lado un par de imágenes curiosas del intenso uso de estas plataformas reservadas que usan autobuses, tranvías y ambulancias:

Varsovia
Tranvía + bus+ tranvía pasando juntos por una estación situada en la plataforma reservada central de una calle de Varsovia
Varsovia
Puente sobre el río Vístula, con una plataforma central para tranvías y buses que es un paso continuo de transporte público. A los lados, pero fuera de la estructura, pasan el metro y el «cercanías»

Y, por otro, dejo el folleto del proyecto que iba a presentar (pinchad sobre la imagen):

Varsovia


BONUS

Aparte de estar esa semana de congreso en Varsovia, mis compañeros y yo aprovechamos para visitar Cracovia (en polaco, Kraków) y Dánzig (en polaco: Gdańsk, en casubio: Gduńsk y en alemán: Danzig). Las dos ciudades merecen mucho la pena. La primera, aunque tiene una de las catedrales más feas que he visto en mi vida, es una ciudad animadísima, preciosa, interesante y muy agradable (despedidas de soltero aparte. Pero eso pasa habitualmente. Si no, que se lo digan a Salamanca, Madrid, Barcelona,…). La segunda es una mezcla muy peculiar entre lo polaco, lo alemán y lo báltico, es evidente que fue un rico centro de intercambio cultural, ideológico y económico y es, además, la cuna de dos acontecimientos históricos de gran trascendencia: el inicio de la IIGM y el levantamiento polaco contra el régimen comunista.

Varsovia
Plaza del Mercado de Cracovia
Varsovia
Długie Pobrzeże (Puente largo de Dánzig)

A ambas ciudades fuimos desde Varsovia en tren. A una un sábado y a la otra un domingo, aprovechando los billetes de fin de semana de los trenes de alta velocidad. Así, recorrernos el país nos resultó súperbarato (37€ el billete como tal y unos 5€ la ida y vuelta de cada trayecto porque el sistema de venta es un poco complejo y se cogen por separado los billetes y las “reservas de asiento”. Es decir, como a 47€ unos 1.300 km), rápido y comodísimo (por ejemplo, te regalan agua o bebidas calientes, que van repartiendo un par de veces a lo largo del trayecto y limpian los baños cada media hora, lo que hace que estén impolutos). Me llamó la atención la buena calidad de la infraestructura ferroviaria, aunque hay pasos a nivel en líneas de alta velocidad (cuya velocidad es algo inferior a la de nuestras LAVs. Eso sí, puntuales al máximo) y que no haya cerramientos en las vías.

Billetes de tren del fin de semana
Billetes de tren del fin de semana

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